martes, 9 de octubre de 2007

El alegre festín

El alegre festín

A lo largo de los ríos, en la última rivera,
se esfuman las palabras que afirman mi boca,
las palabras que adoran la gracia de esta noche
extraviada bajo el moho de las rocas.


Incautas alimañas acechan mi letargo,
borrando el despojo impaciente;
roen, desgarran,
pueblan feroces la agonía de la carne.


Un murmullo entre los piadosos,
la muerte es el llanto fútil
que colma este bosque de risas,
porque, óyelo bien monstruo vicioso,
en los umbrales de tu reino,
la Miseria quedó para tus tontos.

domingo, 2 de septiembre de 2007

Inclemencia

Inclemencia


Mi corazón es una piedra incrédula,

acuchillada por las ráfagas de la nostalgia;

pero aquel puñal insufrible no consigue desangrarlo,

y sólo logra monótonos fulgores

que no iluminan la tiniebla de esta noche luctuosa.

A mi corazón lo orbitan moribundos meteoros,

que rasgan imprecisos el sótano de sus cuestas;

en picada trazan líneas explotando como bultos de carne putrefacta.

Crece la cáscara de mi corazón

y los esbirros, envidiosos, ya no pueden destriparlo.


Mi corazón es un estante vacío,

adentro su desierto huele como la hiel.

Un viento noctámbulo transpira de sus grietas,

marchitando el horizonte y cuajando mi garganta.

Porque mi corazón es el más grande de los desaires,

un alud que sepulta la farsante presencia de la alegría.


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domingo, 12 de agosto de 2007

Lo que he visto de ella.

Lo que he visto de ella.

Ahí está la sonrisa,
tan roja
y apunto de abrirse los labios
quieren mostrarme colmillos;
pero debajo hay perfectos cuadros de porcelana,
perfectos,
como si fuesen dientes.

Y qué se yo qué están pensando esos ojos;
mirando fijos,
de costado,
espiando por el rabillo,
descubriéndome leves impulsos.

Y una y otra vez vuelven los labios,
los dientes,
el rabillo y los párpados,
y una lengua tan queda.

Tan blanca,
tantas lunas tiene esa cara,
tantas colinas ese cuello,
y nunca hablas…
nunca;
sólo hay tus rabillos y tus párpados,
el rojo de esa lengua,
y unas lunas,
suspendidas en la imprudencia del alba.

martes, 17 de julio de 2007

Monotonías

Sucede que mi rostro pareciera no decir nada, porque todo cuanto puede verse no es sino un fósil atrofiado por las horas insistentes. Por eso voy siempre hacia abajo, como la lluvia de gotas afiladas. Mis ojos proyectan sombras y barrancos, mientras que mis manos… mis manos están abiertas a la peste que hierve bajo tierra. Hago grandes hoyos en el barro y encuentro charcos en donde reflejar mi boca; el agua muestra unos dientes inconformes, quebrados de tanto arrancarme las uñas. De vez en cuando me río como un niño tonto, sin darme cuenta; así paso largos ratos, sin cruzar la vista del estero. Entonces voy a echarme junto a las hienas para que riamos todos juntos; pero pronto me aburro, porque ríen de cosas que pasan frente a ellas, de objetos, de colores, y yo me río del vacío, de lo incoloro. Llevo tantos, tantos años en lo mismo…

Despedida por cortesía

Despedida por cortesía

El mundo impregnado de un frío bestial,

de un sinsabor de bocas felices.

El mundo es la mentira sin lugares,

y me largo extraviado tras el rastro de las hormigas.

Me voy donde crezcan flores negras como el olvido,

al lugar del borracho a la deriva,

más allá del rigor mortis

que me estruja el cuerpo fastidiado.

Me voy y observo feliz el trabajo de la muerte,

escuchando al sol y su canción de viejo nostálgico.

Me voy con mis pezuñas de oveja maldita,

Con la cadencia de quien no va a ninguna parte.

Me voy adormecido hasta el gran día

En que caiga la clepsidra,

atrofiada por el germen

que brota de esta desgracia.

La lluvia que esperaba

De la última lluvia vinieron las grietas
que me hicieron caer irreversiblemente,
las grietas que se llevaron el tiempo
con que busqué congojas monstruosas.

Pero de nada sirve haberlas encontrado,
porque aquí no hay nada de qué acongojarse,
porque este zoológico está perfecto, sin su razón de ser,
porque sé que apretando los ojos
veré la misma vieja fotografía,
retocada y retocada quién sabe desde cuándo.

Ahora soy feliz en este mosquerío
y no tengo miedo de apretar los puños,
ni arrancarme las vísceras,
o sacarme a gajos las fibras y la sangre.

No hay por qué temer a extirparse los huesos
cuando quedan las manos hediondas a escombro,
ni por qué resistir la presión de esta fiebre,
que hace a mi cráneo volverse millones de astillas,
en cada segundo que transcurre en esta tierra olor a cadáver.

jueves, 24 de mayo de 2007

Analogía interpretativa entre el Aleph de Borges e Internet en la actualidad


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Nada más terminar de leer “El Aleph”, de Borges, se encuentra el lector frente a una reflexión casi obligatoria; un epígrafe tomado de “Hamlet”, de Shakespeare, al inicio del cuento nos dice: “Oh Dios; podría yo estar aprisionado en una nuez, y aún así ser un rey del espacio infinito” (Hamlet, en Borges, Emecé, 2005, p.223). En teoría existen muchísimos Aleph, y la posibilidad de ser partícipes de este fenómeno metafísico, esto es, de ser observadores de un punto mínimo temporo-espacial de gravedad invisible, en donde convergen todas, absolutamente todas las cosas y que es capaz de mostrarnos la realidad inacabable del cosmos, de manera de sentirnos como un ojo divino al cual nada puede escapársele porque todo lo domina, corresponde a una antigua tesis filosófico-matemática. Aleph es la primera letra del alfabeto sagrado y es, al mismo tiempo, el símbolo del lugar en donde Dios se encuentra, es decir, el sitio de la sabiduría absoluta. Borges utilizó esto como argumento de su cuento, el que terminó por transformarse en un magnífico suceso narrativo en los años en que fue editado. Análisis interpretativos posteriores a la obra, demostrarán cuán alejado estaba su autor de una realidad tecnológica actual.

Desde la Revolución Industrial, se ha puesto la ciencia al servicio de la humanidad; este es el papel que ha asumido la tecnología. En los años de la edición de “El Aleph”, los medios de comunicación correspondían a un fenómeno que asombraba al mundo por su capacidad de mediatez. En este sentido, quizá un igualmente asombrado Borges, como observador sensible de dicho fenómeno y adornando la tesis filosófica del Aleph con la ayuda de la narrativa, postuló que un Aleph cualquiera, siendo un poco observadores, podría interpretarse como una metáfora de lo que significaría en posteriores años la idea de “aldea global”. Aún así, este complejo escritor no vivió por desgracia lo suficiente como para conocer una de las creaciones más asombrosas concebidas por la humanidad: Internet.

Desde esta perspectiva, los medios de comunicación sólo guardan ciertas semejanzas interpretativas con la ficción del punto cósmico mostrado por Borges, ya que si bien hace más de un siglo han sido capaces de acortarnos las distancias a niveles insospechados (el telégrafo tiene mucho más de cien años), la información no es del todo simultánea, no posee esa virtud de gravedad infinita, ni tampoco la propiedad de convergencia temporo-espacial del Aleph. Es así como la televisión, la radio, o el teléfono, son autosuficientes entre sí, teniendo cada uno maneras únicas de utilización, y necesitando para esto lugares y tiempos diferentes. Es en estos años en los que vivió nuestro autor, y por ende sólo conoció la realidad del mundo junto a esta tecnología. Algunas décadas más tarde, al aparecer Internet en la vida cotidiana de la humanidad –proceso que lleva más de veinte años desde los primeros usos particulares y comerciales- la interpretación de Borges, esta ficción creada a partir de una tesis filosófica, ha ido tomando forma de realidad tecnológica.

Los computadores son, hoy por hoy, la herramienta multiuso más versátil y requerida, dadas las enormes posibilidades y utilidades que presentan. La tecnología ha permitido que este artefacto pueda realizar todas las funciones de los medios de comunicación incluso de manera simultánea. De este modo, el fenómeno temporo-espacial del Aleph se manifiesta en nuestra realidad, dado que no necesitamos ni espacios ni tiempos diferentes para informarnos. Así, por ejemplo, mientras conversamos con nuestros amigos del mismo modo que lo hacemos por teléfono, nuestro ojos, observan atónitos por medio de una imagen satelital, una ciudad completamente viva desde lo alto, con millones y millones de habitantes en movimiento, tal como Borges, en su cuento, observó con lágrimas en los ojos a todas las hormigas de la tierra.

Por otra parte, el hecho de conectarse al mundo a través de este prodigioso artefacto con el uso de un servicio de Internet, abre las puertas a un conocimiento que crece y crece a pasos agigantados; un conocimiento casi inagotable, que se multiplica a escala logarítmica. Internet es una inmensa red electrónica en la que millones de computadores en el mundo se encuentran conectados entre sí, permitiendo, de este modo, que sus usuarios puedan compartir toda clase de información almacenada en documentos electrónicos. Conectados a Internet, podemos hacer uso del servicio “www”, abreviatura de “World Wide Web”, que significa “red a lo ancho del mundo”. Este servicio es el encargado de realizar el milagro de que cada persona que se siente frente al computador, pueda tener, con extrema facilidad, acceso para visitar más de seiscientos millones de sitios web, que son los que poseen la fuente inagotable de conocimientos almacenados por toda la humanidad. Es así como todas las bibliotecas del mundo, la historia del ser humano, la religión, las ciencias, el arte, y absolutamente todos los conocimientos, pueden estar al alcance de cualquier usuario y en un sólo lugar haciendo uso de este servicio, del mismo modo en que Borges, bajo la escalera, fue testigo de todas las verdades del universo.

Abriendo bien los ojos, y reflexionando en todos estos asuntos, podemos admirarnos de que en un espacio de proporciones tan mínimas en relación a lo que nos ofrece, nuestro computador, junto a Internet, se transforma en el sitial de todas las realidades, en un punto de condensación infinito, porque el conocimiento que posee la humanidad del cosmos se encuentra ahí mismo, ante nuestros sentidos, y al alcance de millones y millones de usuarios en el planeta conectados a “La Red”. Nosotros somos partícipes de esta magnánima creación y construimos la “aldea global” tejiendo, paso a paso, las hebras de la red. Gracias a Internet estamos aquí, y en un segundo nos transportamos al otro lado del mundo, con una mediatez más eficaz que la de cualquier otro artefacto; tal como un ojo divino al que ninguna visión se le escapa, porque no conoce las distancias. En nuestro computador “habitan” y convergen todos los Aleph de la tierra, y todos los “reyes de espacio infinito”. Borges no conoció esto, no; si lo hubiese conocido su reflexión ante el fenómeno lo hubiera llevado a escribir algo aún más grande. Entonces tal vez, para nosotros, como partícipes de esta realidad, ha llegado la hora de comenzar a adquirir conciencia de nuestra actual posición ante este fenómeno tecnológico, y dejar el triste papel que nos han asignado de simples usuarios, para trasformarnos en soberbios dioses que, con sólo quererlo, podemos mover y traer el cosmos de aquí para allá, de norte a sur, de este a oeste, e incluso ponerlo bajo nuestros pies.

El inicio

Hola, humanos todos y variedad de criaturas. La verdad es que esto de ocupar un “espacio” público en Internet se me hizo un poco difícil de llevar a cabo; más que nada por mis grandes prejuicios acerca del grandísimo nivel de estupidez que abunda en espacios como Blogs y, muy especialmente, en Fotologs. De todas formas, creo que el espacio que ocuparé puede llegar a ser utilizado de una manera válida o, más bien dicho, valiosa. Es por esto que intentaré llevar a cabo lo dicho anteriormente, publicando de vez en cuando lo que se me vaya pasando por la cabeza, que a veces es harto y otras veces poco, pero siempre buscando aportar de alguna u otra manera. La idea es que quienes me conocen, al menos me saluden escribiendo una insignificante (mejor si es más que insignificante) referencia a lo que leerán. Evidentemente, no está prohibido hablar de otras cosas; no, pero la idea es que hagan críticas, malas o buenas acerca de lo que escribo; constructivas o destructivas, me da igual con tal que sean apropiadas y justificadas. Suena un poco a “disciplina”, pero siento que para escribir estupideces, Internet ya está plagado de espacios. Por otra parte, me gustaría que quienes lleguen a este lugar por casualidad, igual lean pero, por sobre todo, opinen. Para eso son estos espacios creo yo.

Un detalle. Este blog lo utilizaré para publicar toda clase de textos, esto es, ensayos, críticas, cuentos, poemas, fragmentos, etc. Así que no deben esperarse una línea unidireccional de lo que hallarán.

Bueno, ahora los dejo con un ensayo que escribí hace tiempo. Es un ensayo viejo, viejo, viejo, pero bueno, bueno, bueno. jajaja