miércoles, 5 de marzo de 2008

10.000 A.C.

Cambio un poco de rumbo temático en este blog, sólo porque ayer sufrí una experiencia extraterrestre que me agradaría comentar con mi público inexistente: Vi la película 10.000 A.C.

El siguiente texto es el mismo con el que "postié" en el blog de un desconocido que afirmaba que la película era mala, mientras muchos humanos le posteaban diciéndole que era un amargado, que su gusto es subjetivo, y que no sabía lo que decía. Pues yo quise incluirme en las opiniones.

Ayer mismo vi la película; fui gratis al cine porque regalaban entradas para ir a verla en un diario local. Ahora entro a Internet para ver si es que alguien en este mundo comparte mi opinión respecto del film. Pues bien... luego de leer un rato, me entero de que en realidad no, a la muchedumbre le ha fascinado; pero de todos modos no pierdo las esperanzas y sé que aún queda un 1% de gente sensata que debe haberse burlado tal como yo lo hice.

Francamente es la película más mala -sin exagerar en ninguna medida- que he vista en mi vida. De verdad que no había visto argumento más lamentable y escueto que este:

El incansable e incombustible tema de "la profecía", por dios que ridículo. ¿Una niña de ojitos azules y cejas depiladas viene a salvar del hambre y los demonios a una manga de prehistóricos ridículos y sin carisma? No me vengan con eso… En realidad hay mucho y poco que decir en relación a esta peliculita de cuarta categoría. Mucho porque son tantos los errores y desaciertos, que sería posible extenderme y extenderme en nombrarlos; y poco porque, a fin de cuentas, no vale la pena comentar una película tan basura. Las actuaciones estaban a nivel de colegio, tal como (o peor incluso) hubieran actuado niños y niñas de cinco a siete años. Me llamaron la atención los ingenieros de la época, por favor, edificando pirámides más altas que cualquiera que se conserve, y maquinaria de alta precisión. La industria textil también estaba "acorde" con el 10000 A.C; paños y géneros que parecían salidos de la mejor de las fábricas actuales. Barcos adelantados miles de años en la línea temporal… Ojalá el padre de los historiadores guarde en su cielo al director por acumular tanta imagen plagada de ignorancia en la mente de los incautos y pobres espectadores. Oremos….

Y luego viene un dientes de sable más falso que billete de $100 y que más encima no tenía razón de ser, que perdonaba vidas y salía sin motivo alguno en pantalla. "Él habla con la bestia"; ¡pero qué ridículo! no me vengan con ese asunto infantil de conexiones bestia-humano a estas alturas de la vida del cine... Otra cosa absurda era ver una y otra vez en primer plano las sandalias de los "prehistóricos" que estaban mejor terminadas que las hushpuppies (¿se escribe así?). Y los malos, los malos… los MISERABLES enemigos, con sus metas igualables a robar un dulce a un niño. Una vergüenza, por decir lo menos, ver aún grupito de antagonistas que sólo saben (y a duras penas) fruncir el seño, sacar músculos e incluso poner voces tristemente demoníacas. Pensaba que esas consideraciones por parte de los directores actuales habían sido superadas luego de ver “cosas” como El día después de mañana… Qué cosas, ¿no?

Por otra parte, qué rabia-pena-risa-impotencia-decepción me dieron esas relaciones pseudomísticas entre los personajes, esas imbecilidades del destino, de que uno siente a la distancia lo que le pasa al otro, que en más de una ocasión causaron carcajadas incluso al público menos afortunados en la dotación de inteligencia. Asco también daban esas “escenitas” robadas de Jurassic Park, con los pájaros haciendo de velocirraptors. Por suerte no le hicieron ni sombra a tal entretenido film. Es que, por favor, comparemos directores, si es que vale la pena hacerlo. Y eso que sólo hablamos de películas que buscan entretener. Muy mal por… ¿cómo se llama el directorcito aquel?... bueno, no creo que valga la pena acordarse. A ver si se empeña un poquito y nos sorprende pronto con algo peor.

Como dato extra, si es sus países o cuidades quieren ver en el cine algo bastante digno de presenciar y recordar, y si es que aún está en cartelera, vayan por la película No hay lugar para los débiles, de los "hermanables e inseparables" hermanitos Coen.