domingo, 12 de agosto de 2007

Lo que he visto de ella.

Lo que he visto de ella.

Ahí está la sonrisa,
tan roja
y apunto de abrirse los labios
quieren mostrarme colmillos;
pero debajo hay perfectos cuadros de porcelana,
perfectos,
como si fuesen dientes.

Y qué se yo qué están pensando esos ojos;
mirando fijos,
de costado,
espiando por el rabillo,
descubriéndome leves impulsos.

Y una y otra vez vuelven los labios,
los dientes,
el rabillo y los párpados,
y una lengua tan queda.

Tan blanca,
tantas lunas tiene esa cara,
tantas colinas ese cuello,
y nunca hablas…
nunca;
sólo hay tus rabillos y tus párpados,
el rojo de esa lengua,
y unas lunas,
suspendidas en la imprudencia del alba.

3 comentarios:

Mujer de pelo largo dijo...

Cualquiera pensaria que admira usted un cuadro caballero,tenga cuidado no caiga rendido a sus encantos si esos labios son tibios, aunque me animaria a confesarle que seria mayor la catastrofe si fueran frios como el marmol. La buena noticia es que de cualquier manera usted esta realmente jodido. Saludos

Unknown dijo...

La musa se ha paseado ya suficiente.

Es mas : El desorden de mi cuarto ya lo hace parecer un atolladero puterio feria y vaga clientela.

En las pleyades descansa mi conciencia cada mariposa gastrica y la inspiracion que se llevo en el eter de las conciencias virgenes.

Y aun asi la recuerdo para hacerla vivir en cada flato nocturno en cada concho de mala muerte en cada sucio cenicero.

Es este el plano que dejo cuando fueron sosegados los minutos.

Cuando note vagamente que son tubos de ensayo y jureles en conserva los colores que tiñen de luto el legado del artista.

Pues un bosque de aromos no puede oler lo suficientemente a paz; con semejante hedor a vagina.

Etérea. Inefable. cada vientre es un teleférico distinto ; cada risa simiesca ha de llevarnos a diferentes ciclos de sangrado semanal.

No hay escape.

Anónimo dijo...

¿Qué clase de vicio mental tienen los poetas, que cada vez que imaginan una mujer, ésta debe ser infinitamente blanca? Y ¿Qué será de aquellos dioses del movimiento pélvico que cada vez que imaginan a una "hembra", esta debe ser morena?
¿Será quizá que cada uno tiene tan contrariamente coloreada el alma, que lapsus Lingüis median en la construcción de su princesa?

Odio a las princesas, rubias, morenas, pelirojas.Las odio a todas.

Ah, por cierto...me cargó el poema.
Lo siento, pueden ser susceptibilidades personles.Yo creo que es porque solamente me alcanza para ser musa de Reggaeton, sí lo admito... soy morena.