jueves, 22 de mayo de 2008

Om. ( Una charla.)

Om.

Vino la dadivosa muerte un día, dejando mercados vacíos en su fetidez tan floral.

Acercóse condescendiente, y en un acallar unánime; reveló:

El conocimiento radica profundo en la sangre; la capacidad de dominar lenguas foráneas y resolver sin duda los enigmas sociales; es la capacidad innata de viajar sin moverse, de elevar la conciencia a estratos etéreos e inalcanzables.

El conocimiento radica en las venas inefables; dañando los esquemas nefandos de la unión entre macho y hembra, dejando de lado la cría y el absolutismo mediocre de procrear para ver reflejado en gloria la imagen de un fracaso rotundo.

El conocimiento radica donde el deseo más oscuro pasa a reemplazar por quirúrgicos hielos la pasión y el amor propio, destruyendo con creces la cáscara para volverla cápsula.

El conocimiento mata. Se lleva el alma al lugar inalcanzable donde no existe más el Yo al fundirse con el Puedo. Asesina el ansia de existir; creando el hambre por definir.

En el borde del interior existimos, como cortando con acero una sombra perpetua que ríe a nuestras espaldas para recordarnos a diario que de universo nos equivocamos.

Es esa dulce risa la que te recuerda que estas aquí para prevalecer. Por sobre todas y cada maldita cosa.

Lanzando al río un saco lleno de lactantes a morir en el frío.

El conocimiento radica en eliminar la inocencia y la pureza ridícula de la juventud en la piel.
En voltear los ojos para observar el tiempo.

En que el tacto sea el vino melancólico de festividades muertas.


En abandonar el día por aquellas necias horas de insomnio.



( Vuelvo a ver en el espejo la caricia cálida de la muerte; fanfarrona, tan grandiosa.
Saluda al paso para traerme aquello que había olvidado; como el más suave murmullo detrás de mis orejas..... Reposando ebrio con el cáliz entre mis dedos.)

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