jueves, 22 de mayo de 2008

Ceguera. ( Por José Gutiérrez.)

Ahora que los días casi cesan su paso que atrofia,
El síndrome agobia en su plenitud.
Avasalladora e implacable la locura y el caos solemne.

Ahora que el odio es el néctar que derrocha mi alma.
Bestias y carruajes tiran de mi insana cordura,
hasta hacer del bien un estado inocuo.

Ciego ante el tiempo nefasto, confuso y limítrofe.
Ciego ante las caricias cínicas del consuelo amargo.

Ahora que puedo yacer derrotado en el infierno.
Los antiguos pesares se vuelven mi idilio colectivo.

“El dolor es solo una senda corruptible”
Pensaba de niño. El dolor es la única senda asimilable.


Creo poseer la exacta ciencia que funde horror y metales.
Y el poder de blandir una espada de rencores.
En el zumbar de los oídos paganos e infieles;
La amargura sucede a la justicia; levedad y absoluta vacuidad
sacuden el pecho como viejos y gastados sentimientos.


Ceguera como inalterable paz.
Sordo ante los cánticos que me ausentan del nuevo mundo.

Como vasijas de mal purísimo enviudando el alma del corazón.

Sordo ante las súplicas de cada bestia de cemento.

Filtrando a Dios entre oro y agua sucia.
Ciego ante los fenómenos marchitos de Satán y su juerga.

Ciego ante el amor inexpugnable de las heridas abiertas.

Expectante de ser testigo. Eterno para vagar entre muertos.

Ciego hacia la luz final y humillante.
Sordo ante la perfección demacrada del cosmos.



Ciego porque el día solo expone los colores del fracaso.

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