Lo que he visto de ella.
Ahí está la sonrisa,
tan roja
y apunto de abrirse los labios
quieren mostrarme colmillos;
pero debajo hay perfectos cuadros de porcelana,
perfectos,
como si fuesen dientes.
Y qué se yo qué están pensando esos ojos;
mirando fijos,
de costado,
espiando por el rabillo,
descubriéndome leves impulsos.
Y una y otra vez vuelven los labios,
los dientes,
el rabillo y los párpados,
y una lengua tan queda.
Tan blanca,
tantas lunas tiene esa cara,
tantas colinas ese cuello,
y nunca hablas…
nunca;
sólo hay tus rabillos y tus párpados,
el rojo de esa lengua,
y unas lunas,
suspendidas en la imprudencia del alba.
domingo, 12 de agosto de 2007
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