lunes, 25 de agosto de 2008

Desayuno en el pantano.

La mesa está servida en medio del estanque.
Fuera de la casa,
matorrales de esta vida anfibia.
El agua está negra,
las flores liquidadas en el barro,
el aire hecho astillas,
como agujas que titilan en la boca
del perro amarrado a un palo.

Un árbol cubre esta casa;
la deja en estado de pupa;
la quiere hacer hablar,
pero no se oyen sus crujidos
tras la maleza hambreada.

Duele la vida que inverna como una ruina,
porque no veo insectos raros en este pantano,
ni gatos que supuran maldiciones;
sólo la mesa servida en medio del estanque;
la cáscara muerta de los panes,
un jarro vacío, las bocas abiertas.


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