Inclemencia
Mi corazón es una piedra incrédula,
pero aquel puñal insufrible no consigue desangrarlo,
y sólo logra monótonos fulgores
que no iluminan la tiniebla de esta noche luctuosa.
A mi corazón lo orbitan moribundos meteoros
que rasgan imprecisos
en picada trazan líneas explotando como bultos de carne putrefacta.
Crece la cáscara de mi corazón
y los esbirros, envidiosos, ya no pueden destriparlo.
adentro su desierto huele como la hiel.
Un viento noctámbulo transpira de sus grietas,
marchitando el horizonte y cuajando mi garganta.
Porque mi corazón es el más grande de los desaires,
un alud que sepulta la farsante presencia de la alegría.